3/7/16

Arturo Sampay: el as de Perón en la Convención Constituyente de 1949


 Arturo Sampay (1911-1977)

Introducción 

El día 4 de junio de 1943 se caracteriza por ser uno de esos días tan particulares, capaces de cambiar la historia argentina para siempre. Ese día, tuvo lugar el segundo de los seis golpes de estado que sucedieron en la Argentina a lo largo de su historia, Ramón Castillo, luego de embarcarse en el Drummond con el fin de resistir la sublevación de las Fuerzas Armadas, era depuesto. Ese día, el ex gobernador salteño Robustiano Patrón Costas sería consagrado como candidato a presidente por el oficialismo, es decir, por el Partido Demócrata Nacional, el P.D.N. Ese día, asumía "de facto" Arturo Franklin Rawson, prometiendo en su discurso en Casa de Gobierno "salvar al país del caos político".

"Renació la esperanza en los hogares
brilla el sol con más fuerza y esplendor
ondea majestuosa en tierra y mares
la bella y arrogante bicolor

La justicia apoyada en fuerte brazo
une al grande y al pobre en su equidad
cobarde si no habéis de dar el paso
invencible de la argentinidad.

4 de Junio, jornada redentora de la Patria
el civil de bien y el soldado leal
guardan tu gloria inmortal...
4 de Junio, olímpico episodio de la historia
triunfa la razón, grite el corazón:
¡honradez, libertad y honor!"

Letra de la "Marcha del 4 de Junio de 1943"

Sin embargo, nada de lo mencionado ocurrió, especialmente lo último. El mandato de Rawson duró tan sólo tres días, básicamente a causa de su postura "pro-aliados" (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia) y de las dificultades suscitadas en el armado de su Gabinete apenas asumida la Presidencia. Así entonces, al 7 de Junio de 1943, la Argentina tenía nuevo presidente (cuyo mandato no iba a ser mucho más prolongado): Pedro Pablo Ramírez.

Ramírez permanecería en su cargo menos de un año, delegando el mando en el general Edelmiro J. Farrell el 25 de febrero de 1944 (aunque recién el 10 de marzo comunicaría Ramírez a la Corte su renuncia). No obstante, durante su presidencia, un 27 de octubre de 1943, Juan Domingo Perón asumía la presidencia del Departamento Nacional de Trabajo, iniciando una carrera política que continuaría con el Ministerio de Guerra (en el gabinete de Farrell) y la Vicepresidencia de la Nación en julio de 1944. 

Juan Domingo Perón, el mismo que había formado parte de manera activa en el "Grupo de Oficiales Unidos" (G.O.U.) -agrupación militar de gran influencia en el golpe de estado a Ramón Castillo- y quien, luego del famoso 17 de octubre de 1945 (hoy Día de la Lealtad Peronista) y una campaña presidencial en la cual contó con gran colaboración estatal, sería elegido Presidente de la Nación al año siguiente. Ejemplo de la complicidad de parte de Farrell lo encontramos en la balacera sufrida por el tren en el cual la fórmula opositora, Tamborini-Mosca, iba a transitar por todo el país durante la campaña (la fórmula representante de la Unión Democrática era el resultado de una amalgama de radicales, comunistas, demócrata-progresistas, entre otros).

Una vez en el poder, si bien Perón en sus primeros años de mandato se mantuvo firme en la idea de no reformar la Constitución de 1853/60, incluso considerando materia de homenaje los principios establecidos por aquélla, cambiaría de manera drástica su pensamiento el 1º de mayo de 1948, en la cual manifestó frente a la Asamblea Legislativa la "necesidad impuesta por la época y (por) las conveniencias de una mayor perfectibilidad orgánico-institucional" de completar y actualizar la Constitución Nacional. 

Y he aquí, en el seno de la Convención Constituyente constituida a tales efectos, que surge con notoriedad la figura de Arturo Sampay, sujeto de nuestro análisis en esta ocasión. Un personaje "traicionado" en cierta parte por Perón, olvidado por el peronismo en su conjunto, y autor intelectual y material de gran parte de la Constitución de 1949, tan polémica como poco analizada, que llega hasta nuestros días presente tan sólo en el artículo 14 bis y el 75 inciso 12. 

La introducción está hecha y el plato está servido. Es tiempo de entrar en la vida de Arturo Sampay...


Sus primeros años

Arturo Enrique Sampay nació en la provincia de Entre Ríos, en la ciudad de Concordia, un 28 de julio de 1911. Sus estudios secundarios (1925-1929) los cursó en el Colegio de Concepción del Uruguay (en 1929 él haría un artículo denominado "Recuerdos de nuestro colegio"), ingresando a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de La Plata en 1930: tan sólo dos años después egresaría de la misma con calificaciones excelentes.

En 1929, durante la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen (un año antes del primer golpe de estado), Sampay había participado en la campaña a favor de la nacionalización del petróleo impulsada por el Presidente, la cual había conseguido la media sanción por parte de la Cámara de Diputados de la Nación. El final de esta historia es conocido y no merece agregados: Yrigoyen sería depuesto por Uriburu en el primero de los seis golpes de estado de nuestra historia. Pero sí vamos a volver más adelante sobre el fondo de este tema al tratar la Convención de 1949: la nacionalización de los recursos naturales.

Una vez retornada la democracia y el Estado de Derecho, en Entre Ríos volvía a gobernar la Unión Cívica Radical, con el Dr. Luis Etchevehere. Bajo la gobernación de éste, se dictó una Constitución de tinte moderno a la que Sampay dedicaría su primer obra dentro de su vasta lista de publicaciones: "La Constitución de Entre Ríos ante la Moderna Ciencia Constitucional".


Su posición respecto de la Constitución de 1853/1860

Sampay, en la obra recién citada, comenzaba a expresar sus ideas con claridad: "A tiempos nuevos, corresponde un nuevo ordenamiento jurídico. El derecho público surgido del siglo XIX -al que pertenece nuestra Constitución Nacional y casi todas las provinciales- está construido sobre principios económicos y filosóficos que están en franco tren de liquidación".

A modo de reforzar lo expuesto, cuatro años le costaría a Arturo escribir su segunda obra, publicada en 1942. "La Crisis del Estado de Derecho Liberal-burgués" fue el nombre de la misma, y en ella desarrolló sus críticas al liberalismo, las cuales se profundizarían y exteriorizarían más en sus informes y discursos de la Convención Constituyente.

Ejemplo de ello es el Informe del Despacho de la mayoría de la Comisión Revisora de la Constitución en el debate en general, pronunciado en la sesión del día 8 de marzo de 1949, y que se encuentra en la página 269 del Diario de Sesiones. En dicho informe, sobre el cual Sampay tuvo una influencia preponderante, podemos observar párrafos como los que observamos a continuación:

<<La Constitución de 1853, como todo el Liberalismo, se propone afianzar la libertad personal –en lo cual reside lo vivo del Liberalismo, aunque no es creatura suya, sino del Cristianismo-; pero, en esa concepción, la libertad comportaba, simplemente, la supresión de las constricciones jurídicas. En consecuencia, la visión del Estado que anima a la Constitución de 1853 tiende a contenerlo en un mínimo de acción, neutralizándolo en el mayor grado posible con respecto a las tensiones de intereses existentes en el seno de la Sociedad. […] Para que las “armonías económicas” subsistan “la ciencia política no debe ocuparse de la organización del Estado, sino simplemente de su función, o mejor aún, de determinar lo que el Estado no debe ser en sus atribuciones” (teoría de Bastiat)>>
<<La necesidad de una reforma constitucional en sentido social es el reflejo de la angustiosa ansia contemporánea por una sociedad en la que la dignidad del hombre sea defendida en forma completa. La experiencia del siglo pasado y de las primeras décadas del presente demostró que la libertad civil, la igualdad jurídica y los derechos políticos no llenan su cometido si no son completados con reformas económicas y sociales que permitan al hombre aprovecharse de esas conquistas.>> 

Adicionalmente, si bien Alberdi es mencionado como co-autor de la Constitución de 1853, es tildado en el referido informe como el "gran ausente" que gobernó la Argentina durante casi cien años por el sólo vigor de su pensamiento. Una de las principales críticas realizadas sobre el autor de "Bases..." encuentra base en la siguiente frase: "he aquí todo el ministerio de la ley, todo el círculo de su intervención en la producción, distribución y consumo de la riqueza pública y privada: se reduce pura y sencillamente a garantizar su más completa independencia y libertad, en el ejercicio de esas tres grandes funciones del organismo económico argentino".



Sampay ante la llegada del "General" al poder

Arturo Sampay conoce a Perón en el año 1944, cuando éste se encontraba al mando de la Dirección Nacional del Trabajo. A partir de dicho encuentro, se convertiría en uno de los principales asesores de él y Eva Duarte, su esposa.

En 1945 es nombrado Subasesor de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires (Atilio Bramuglia era el interventor federal a cargo de la provincia), siendo designado el mismo año Fiscal de Estado de la provincia. Se destaca su participación en ciertas acciones desde su rol de Fiscal de Estado, como por ejemplo la definitiva provincialización del Banco de la Provincia de Buenos Aires, el cual estaba vinculado con capitales del Banco de Comercio Hispano-Argentino.

Con el triunfo de la fórmula Perón-Quijano el 24 de febrero de 1946, Domingo Mercante también resultaba victorioso en el ámbito de las elecciones para gobernador en Buenos Aires. Éste decide ratificar en el cargo de Fiscal de Estado a Sampay, prestando el Senado de la provincia (de mayoría radical) su acuerdo por unanimidad.


El apogeo de Arturo: la Convención Constituyente de 1949

Mencionábamos al principio de nuestra exposición la relevancia del discurso de Juan Domingo Perón ante la Asamblea Legislativa del 1/5/1948, en el cual sostenía la necesidad imperiosa de reformar la Constitución de 1853, desactualizada, antigua y -sobre todo- contraria a las aspiraciones del Peronismo: la suerte del "proyecto peronista" dependía exclusivamente de la posibilidad constitucional para el general Perón de ser reelegido Presidente, algo que no permitía la ley fundamental vigente.

Sampay es electo convencional a fines de 1948 por la Provincia de Buenos Aires, en la lista que encabezaba el mismo gobernador Domingo Mercante. Estaba realmente convencido de la necesidad de la reforma, como podemos contemplar en su discurso pronunciado en la Convención en la sesión del 15 de febrero de 1949 (página 149 del Diario de Sesiones):

"Nosotros tenemos clara conciencia, señor Presidente, de la magnitud de esta empresa; sabemos medir bien el tamaño goliático de aquellos enemigos de la reforma constitucional. Pero estamos persuadidos, también, de que sin coraje no se arrebata para siempre nuestro petróleo de las amenazas de los imperialismos que motu proprio se repartieron el mundo en zonas de influencia política..."
 "Porque tenemos conciencia histórica de nuestro cometido, y porque sabemos que en esa bancada están hombres de nuestra generación, que acarician los mismos ideales, es que deseamos la colaboración de los componentes del bloque minoritario en esta verdadera gigantomaquia [...] que nos permite, sin embargo, aventurar desde ahora la siguiente prognosis: esta reforma nos hará, junto al general Perón, los vencedores en la historia".

La figura de Sampay, como bien mencionamos anteriormente, fue esencial en el bloque de la mayoría. Sus aportes en casi todos los artículos tratados en la Constitución son destacables, por lo que necesitaríamos de varios artículos para analizar y enunciar uno por uno en detalle. Por ello, nos centraremos en uno de los principales: reformas en materia económica.

Como fiel defensor de la intervención estatal en la economía, se encargó de dejar expuestas con claridad sus ideas en el Informe de Despacho, el cual contiene enunciados como el siguiente:
"La realidad histórica, señor Presidente, enseña que el postulado de la no intervención del Estado en materia económica, incluyendo la prestación de trabajo, es contradictorio en sí mismo. Porque la no intervención significa dejar libres las manos a los distintos grupos en sus conflictos sociales y económicos y, por lo mismo, dejar que las soluciones queden libradas a las pujas entre el poder de esos grupos. En tales circunstancias, la no intervención implica la intervención en favor del más fuerte, confirmando la verdad contenida en la frase que Talleyrand usó para la política exterior: <<la no intervención es un concepto difícil; significa aproximadamente lo mismo que intervención>>".

Dicha postura se reflejó en el tan discutido como conflictivo artículo 40 de la Constitución de 1949, en el cual se establecía la organización de la riqueza y su explotación en función del bienestar del pueblo, en miras de los principios de la justicia social. También se disponía la imprescriptibilidad e inalienabilidad de la propiedad de la Nación en cuanto a minerales, yacimientos de petróleo, carbón y gas; la explotación estatal de los servicios públicos (y la transferencia al Estado de aquellos que se encontraran en manos de particulares) -nos remontamos a 1929 con su posición a favor de la Ley de nacionalización de recursos naturales en la presidencia de Yrigoyen-; y la expropiación de dichas empresas concesionarias de servicios públicos.

A los fines de hacer más práctico esta biografía, recomendamos leer el Informe del Despacho en su totalidad, el cual es completamente fructífero, con definiciones características de un criterio muy particular e innovador para la época respecto de temas como la función social de la propiedad privada, la justicia social, la reelección presidencial, el fin del derecho penal y la noción de la Universidad, entre otros tantos puntos.

Tapa de Clarín del 17 de marzo de 1949, con Perón jurando la nueva Constitución

Luego de finalizada la Convención y sancionada la Constitución de 1949, tiene lugar uno de las últimos contactos o constancias comprobadas de comunicación entre Juan Domingo Perón y Arturo Sampay, con una carta dirigida a éste el 24 de septiembre de 1949 en la cual el "General" expresaba su gratitud por la labor emprendida. La transcribimos a continuación:

"Con la humildad característica de los espíritus realmente elevados, ha tomado Vd. a su cargo realizar esa tarea de recopilación que a breve plazo hubiera tenido indudablemente que llevar a cabo la Nación, ya que sus discursos integran la doctrina auténtica de la Constitución Argentina de 1949 y a ellos deberá remitirse el conocimiento científico jurídico para interpretarla".
"Considero que constituye una fidelísima interpretación de los ideales que nos decidieron a cambiar la ley fundamental de la Nación. Su difusión contribuirá sin duda eficazmente al cabal conocimiento de la trascendental obra realizada". 


Su vida post Convención. Ocaso y muerte

Corría el año 1952. Habían transcurrido tres años desde la Convención Constituyente en la cual Sampay había destacádose con sus capacidades y conocimientos. Continuaba desempeñándose en la Fiscalía de Estado de la Provincia de Buenos Aires, pero ahora en la Provincia el gobernador era el Mayor Carlos Aoé.

La salida de Domingo Mercante de la gobernación trajo aparejada una intolerancia política grave, comenzándose a perseguir y acusar al mismo Mercante como también a algunos que habían sabido ser sus colaboradores durante su mandato. Dentro de ellos, se encontraba Sampay: le iniciaron un juicio político para privarlo de su cargo, siendo denunciado también en la justicia penal por presunta comisión de delitos (algo que el mismo bloque radical de senadores calificaba como un claro acto de persecución política).

Fue así entonces que el principal redactor de la Convención Nacional Constituyente de 1949, de la "Constitución Peronista", debió exiliarse los años siguientes en Paraguay, Bolivia y finalmente Uruguay. Pequeña curiosidad: mientras Sampay debía exiliarse, Perón seguía siendo el Presidente de la Nación. Paradojas de la historia argentina...

En 1955 Perón es derrocado luego de la famosa "Revolución Libertadora" del 16 de septiembre. Sin embargo, para Sampay no cambiaría la situación. Todo lo contrario: Aramburu (sucesor de Lonardi en la presidencia de facto) tomaría la decisión de derogar las reformas constitucionales de 1949 -primero en una polémica restitución de la Constitución de 1853 pero subordinada a los fines de la Revolución, y luego con la Convención Constituyente y posterior reforma de 1957-. También durante su gobierno era común la organización de fogatas cuyas destinatarias eran ni más ni menos que las obras de "literatura peronista", entre las cuales se encontraban desde ya las de Sampay.

Años después el mismo Arturo reconocería que el talón de aquiles de la "Constitución Peronista" había sido la confianza excesiva depositada en la conducción carismática de Perón.

Al retorno de la democracia, el "desarrollista" Arturo Frondizi gana las elecciones con el apoyo de Juan Domingo Perón desde su exilio, y Sampay regresa al país. Sin embargo, apenas pisa suelo argentino, se ordena su detención en base a un expediente abierto en 1952, año de su exilio.

Hasta 1973, año en el cual regresa el peronismo al poder con la famosa fórmula Héctor Cámpora - Vicente Solano Lima (la que duró tan sólo 49 días ante el inminente regreso de Perón), Sampay colabora activamente en Uruguay y Chile -podría decirse que las Constituciones de 1967 en Uruguay y de 1971 en Chile tuvieron una cierta influencia sampayana- dada la "restricción" que sufría en territorio nacional. Con la victoria de Cámpora él vuelve a su cátedra de la Universidad de Buenos Aires, siendo asimismo designado como conjuez de la Corte Suprema de Justicia. Cabe destacar, adicionalmente, un proyecto de ley que él mismo redactó para Juan Domingo Perón en el año 1974 (previo a la muerte de éste), en el cual se creaba la figura del primer ministro, más allá de la ausencia de antecedentes parlamentaristas en la historia argentina.

Su última obra data de 1975: "Las Constituciones de la Argentina (1910-1972)". Al año siguiente, el inicio del "Proceso de Reorganización Nacional" implicaría el despojo de su cargo en la UBA, cuando Sampay comenzaba a dar muestras de su precario estado de salud a causa de un tumor. 

Dicha enfermedad terminal sería la provocadora de su deceso el 14 de febrero de 1977. Se apagaba así la llama de un prestigioso constitucionalista, el cual llega hasta nuestros días gracias a su prolífica producción de obras y publicaciones.


Bibliografía:
  • Sampay, Arturo. "La Constitución Democrática" (con notas de Alberto González Arzac). Ed. Ciudad Argentina. Buenos Aires, 1999.
  • Romero Carranza, Ambrosio - Rodriguez Varela, Alberto - Ventura, Eduardo. "Manual de Historia Política y Constitucional Argentina 1776-1976". 1º edición. A.Z. Editora S.A. Buenos Aires, 1977.
  • Leiva, Alberto David - Abásolo, Ezequiel. "El constitucionalismo argentino en el siglo XX". Ed. Dunken. Buenos Aires, 2005
  • Sampay, Arturo. "La reforma constitucional". Laboremus. La Plata, 1949.

26/6/16

De Waterloo a Salta: Jorge Enrique Vidt, el coronel alsaciano que culminó la obra magistral de Martín Miguel de Güemes

Jorge Enrique Vidt

Introducción

¿En qué contexto surge la figura de Jorge Enrique Vidt, ese coronel francés que supo estar a cargo del final glorioso de la defensa de Güemes del territorio nacional? 

Nos situamos en 1821, especialmente el 27 de abril, conocido como el "Día Grande de Jujuy". Marquiegui, coronel realista, había ingresado a Jujuy dos semanas antes, un 15 de abril de 1821; sin embargo, los ataques de caballería patriotas y el rechazo de la población lo habían replegado hasta el paraje de León. Es convocado entonces José Ignacio de Gorriti, quien -reuniendo aproximadamente a seiscientos hombres- ataca sorpresiva e inesperadamente a las tropas de Marquiegui en la madrugada del 27 de abril. 

Pocos soldados realistas pudieron huir de este ataque, y fueron ellos quienes dieron aviso al general Olañeta (el mismo que había sido vencido ya por Güemes en numerosas ocasiones), que intenta fallidamente avanzar sobre Humahuaca, debiendo retroceder hasta los llanos de Mojos ante el fracaso de su accionar. No obstante, decidido y firme en su carácter, el realista logra retener en Yavi (ciudad cercana a La Quiaca) un destacamento a las órdenes del coronel José María Valdez, alias "Barbarucho", un ex-contrabandista convertido ahora en miembro de las filas realistas.

Durante la guerra civil que había suscitádose en las provincias del Norte en los años anteriores, Güemes había sabido cosechar un cierto número de personas que no lo apreciaban de gran manera. Ni cortos ni perezosos, y combatiendo aún contra nuestra independencia -podemos observar la ausencia de sentido común o de límite en el pensamiento de esta gente-, se dirigen hasta el campamento de Olañeta para transmitirle un plan cuyo fin no era otro que terminar con Don Martín Miguel y sus tropas. Es de destacar la ayuda que recibieron Olañeta y "Barbarucho" de parte del comandante Benítez, nacido en territorio salteño y ávido conocedor de las sierras y el bajo valle, guiando a Valdez para que éste pudiera colocarse con 400 hombres a poca distancia de la ciudad de Salta y -sobre todo- del lugar donde residía Martín Miguel de Güemes.

Así entonces, gracias a la valiosa colaboración de Benítez, Valdez y sus tropas logran el objetivo planeado: Güemes es alcanzado por una bala el día 7 de junio de 1821, que finalmente acabaría siendo la causante de su fallecimiento diez días después. Y es aquí donde aparece la figura del coronel Jorge Enrique Vidt, uno de los tantos "héroes olvidados" de la historia argentina.

Procedamos a continuación a ingresar en la vida de este tan particular como poco investigado personaje de la historia.


La vida antes de Salta

Jorge Enrique Vidt, también nombrado por ciertos autores como "Widt" -por el origen de su apellido-, nació en la ciudad de Estrasburgo, en la región de Alsacia (al noreste de Francia), un 2 de agosto de 1772.

Comenzó desde muy joven su carrera militar, sirviendo activamente en las campañas de Napoleón Bonaparte como oficial, hasta que cae vencido de manera definitiva en la Batalla de Waterloo (18 de junio de 1815), derrota luego de la cual Napoleón sería enviado a Santa Elena, en donde finalmente fallecería en 1821.

Napoleón camino a su exilio en Santa Elena. Obra de William Orchardson.

Post Waterloo, Vidt emigró hacia los Estados Unidos de América y finalmente arriba a Buenos Aires en el año 1817.


Llegada al Ejército del Norte y contacto con Güemes. El fatídico 7 de junio

Vidt, ya llegado a Buenos Aires, es dado de alta el 6 de agosto de 1817 como Capitán de la Segunda Compañía del IV Escuadrón de Dragones de la Nación, que pertenecía al Ejército Auxiliar del Alto Perú, permaneciendo en el mismo por el espacio de aproximadamente tres años.

Cuando dicho Ejército se encontraba en Tucumán, se vio obligado a marchar hacia Santa Fe por el pedido del Directorio para combatir a los "caudillos del Litoral", es decir, Estanislao López y Francisco Ramírez. En consecuencia, el día 8 de enero de 1820 tuvo lugar el llamado Motín de Arequito o la Sublevación de Arequito, en la cual el futuro gobernador de Córdoba (por ese entonces coronel) Juan Bautista Bustos negó a dirigir sus tropas con el fin de luchar contra aquellos dos representantes federales.

En el mes de marzo, Bustos -tal como recién mencionamos- se convierte en gobernador de Córdoba. Asimismo, el coronel Alejandro Heredia, jefe de estado mayor de Bustos, que había recibido la orden de dirigirse hacia el norte al frente de los Dragones (donde se encontraba Vidt) y los Húsares -por los temores de nuevas invasiones al territorio salteño- decide regresar a su provincia, a Tucumán, a causa de las últimas medidas tomadas por el gobernador Bernabé Araoz, quien estaba obcecadamente decidido a obstaculizar todo auxilio enviado hacia el norte para la expedición llevada a cabo en conjunto por San Martín y Güemes.

Dada esta situación, sin Bustos ni Heredia en el Ejército del Norte, Vidt procede a ocupar el lugar de nuevo jefe de estado mayor de Güemes. Martín Miguel lo ascendería poco tiempo después a teniente coronel, y aquél toma un rol activo y eficaz en múltiples batallas y principalmente en las célebres "guerrillas" salteñas.

Hicimos referencia en la introducción el fatídico 7 de junio de 1821. En palabras del mismo Vidt, ese día "Güemes toma la fatal decisión de ir durante la noche camino a la ciudad", escoltado por algunos hombres de caballería, con el fin de tomar personalmente algunas disposiciones. Pero en el transcurso de dicho trecho, en la intersección de lo que hoy es la calle Balcarce con la Avenida Belgrano (casualmente -¿o causal?- el padre del Ejército del Norte y líder de la defensa exitosa en las batallas de Salta y Tucumán contra las tropas realistas), Güemes recibe el impacto del proyectil que en sólo diez días le ocasionaría una infección y septicemia imposibles de superar. Como bien dice Vidt en su carta al general Puch, "un balazo que algunos días después lo llevó a la tumba". 

Una enfermedad -prácticamente incurable por aquellas épocas- había logrado lo que tantos generales, coroneles y soldados realistas habían querido lograr sucumbiendo en el intento: acabar con Güemes, el "líder gaucho", un héroe de la Patria y defensor de la independencia y libertad de aquélla.


El valor de las promesas y la palabra

Güemes, en su lecho de muerte, casi convaleciente y con un estado febril que vaticinaba la aproximación de la llegada del punto cúlmine de su vida, llama a Vidt para hacerle jurar "sobre el pomo de su espada" que no abandonaría la lucha contra los realistas -confiriéndole para ello el mando de sus tropas- hasta que en el suelo de la Patria no hubiera ya conquistadores: esa Patria cuya defensa a Güemes le había costado nada más y nada menos que su vida. Una de las frases tomada por algunos autores como emitida por el Gral. Güemes es la siguiente: "A su muerte resistirán, y expulsarán al invasor realista del territorio salto-jujeño". Don Martín Miguel de Güemes fallece finalmente el 17 de junio de 1821, en la Quebrada de la Horqueta, rodeado de "sus" queridos gauchos y oficiales.

Pocos días después, casi simultáneamente con la muerte de Güemes, Olañeta sitia la ciudad de Salta, ingresando en ella el día 22 de junio y llegando incluso a "gobernarla" durante un brevísimo lapso de tiempo. El Coronel Vidt, haciendo honor al último pedido expreso de Don Martín Miguel sobre la defensa de la tierra tan querida por éste, vence a Olañeta y su cuerpo de dos mil veteranos (que contaban además con el apoyo de muchos vecinos de Salta) con la ayuda de los tan honrados, brillantes y valientes gauchos, menos de dos meses luego del ingreso realista en Salta. 

Los promotores de la "Patria Nueva", un grupo de ciudadanos oriundos de Salta y que supieron traicionar oportunamente con descaro a Güemes por la clara disputa de intereses mantenida con aquél, son los que finalizarían aceptando el armisticio propuesto por Olañeta el día 20 de agosto de 1821, cuando se encontraba cercado por las tropas del coronel Vidt. El gobernador designado, Fernández Cornejo (una persona no tan querida por el "pueblo gaucho" que acompañó a Güemes hasta sus últimos días), es el encargado de firmar el armisticio como jefe militar local. Por medio de este acuerdo, se establecía como límite de paso para las tropas realistas la ciudad de Tupiza; por su parte, las nacionales no podrían ir más allá de la Quebrada de Humahuaca.

El jefe de Estado de Güemes había cumplido entonces con su fiel palabra: las tropas realistas no volverían más a "hollar con su planta el sueño de las Provincias Unidas del Río de la Plata, cuya soberanía e integridad territorial quedó asegurada para siempre y sellada con la sangre del invicto Güemes", como describe Jacinto Yaben con tintes poéticos.


El fin de la vida de un héroe

Vidt fue confirmado en el mes de noviembre de 1821 como coronel efectivo del Ejército por José Ignacio Gorriti (gobernador de Salta en ese momento), si bien dicho reconocimiento ya lo había recibido medio año antes, en el mes de mayo. Luego de dicho ascenso siguió prestando servicio hasta el año 1824, en el cual se aleja de Salta definitivamente para no regresar, y perdiéndose en el rastro de la historia por casi medio siglo. 

La última referencia temporal comprobada que, a la fecha, poseemos del coronel Vidt data del mes de abril del año 1866, en el cual dirige una misiva al general Dionisio Puch -otra personalidad muy destacada en la historia salteña y a quien dedicaremos un artículo aparte en el futuro- desde la ciudad de Estrasburgo.

General Dionisio Puch

En ella, reproducida por el Dr. Atilio Cornejo en su obra "Historia de Güemes" (1946) y escrita originalmente en idioma francés, Vidt describe con lujo de detalles los sucesos del 7 de junio de 1821, fatídico día donde -como bien citamos previamente- Güemes recibe el disparo que provocaría su deceso días después.

Las circunstancias de las cuales tenemos conocimiento (Estrasburgo era su ciudad natal, como así su avanzada edad -95 años-) nos permiten presumir que muy probablemente el coronel Jorge Enrique Vidt, ese héroe de la independencia, militar de carrera y persona de férreos valores e innegociables principios, haya transcurrido sus últimos días en su lugar de nacimiento, con un sinfín de historias en su espalda sucedidas en su periplo a lo largo y ancho del mundo.


Bibliografía:
  • De Marco, Miguel Angel. "Güemes: padre de los gauchos, mártir de la emancipación". 1º edición. Ed. Emecé. Buenos Aires, 2014.
  • Güemes Arruabarrena, Martín Miguel. "Gral. Martín Miguel de Güemes 1785-1821: la soledad de la misión y la fuerza de la gloria". 1º edición. Mundo Gráfico Salta Editorial. Salta, 2012.
  • Yaben, Jacinto. "Biografías Argentinas y Sudamericanas", tomo V. Ed. Históricas Argentinas. Buenos Aires, 1954. 
  • Romero Carranza, Ambrosio - Rodriguez Varela, Alberto - Ventura, Eduardo. "Manual de Historia Política y Constitucional Argentina 1776-1976". 1º edición. A.Z. Editora S.A. Buenos Aires, 1977.

20/6/16

Presentación

Bienvenidos!

Llegó el momento esperado: es turno de dar el puntapié inicial. El "Rincón de Arrili" fue ideado desde el vamos como una balsa, preparada para navegar en ese vasto océano que constituye la historia, tan menospreciada como ignorada en estos últimos años.

En oportunidad de una clase universitaria transcurrida durante este semestre, y ante el interrogante presentado a los alumnos respecto a si tenían conocimiento de lo que había ocurrido un día como hoy, es decir, un 20 de junio pero de 1820, pude advertir que, como sociedad, estamos siendo una víctima directa de uno de los peores vicios posibles: la indiferencia histórica. ¿Y por qué sostenemos que es el peor de los vicios? Porque desconocer (o, más grave aún, carecer de interés en conocer) nuestros orígenes, bases, antepasados, próceres, etc., es decir, de dónde venimos, cómo llegamos a la actualidad, significa un desprecio injusto y enorme hacia todo ello.

Ahora bien, lo recién comentado no es lo más terrible: la consecuencia de esto es que la principal perjudicada a fin de cuentas será la misma sociedad. La historia nos brinda la posibilidad de verificar lo que ocurrió en el pasado para aplicarlo al presente, en vistas de un futuro venturoso. ¿Cuál será nuestro destino si caemos en una eterna repetición de errores, producto del impedimento de haberlos podido prevenir?

Por ello, nuestra intención consiste en brindar una humilde colaboración, en miras de generar una vocación de investigación en nuestros lectores sobre diversos aspectos de la historia. Esto, a los efectos de procurar evitar que el vicio antes referido persista y se profundice en nuestra sociedad, encegueciéndola, imposibitándola de observar ese (tan) preciado pasado que iremos desenvolviendo a lo largo de nuestros posts.

Que empiece el desafío!